Si hace 25 años alguien nos dijera que se dedica a diseñar iconos para una interfaz gráfica creeríamos que nos toma el pelo. Pero eso es precisamente lo que hacía Susan Kare a principios de los ochenta.
Hoy no es raro que conozcamos lo que es un icono, han pasado a formar parte de nuestra actividad diaria, no sólo en la pantalla del ordenador, si no en cualquier móvil, consola portátil o PDA. Cumplen un cuarto de siglo con nosotros y es una buena excusa para preguntarnos cómo surgieron y hacia dónde están evolucionando.
Para hablar de los inicios de los iconos es obligatorio empezar por la ya citada Susan Kare, fue la responsable del primer sistema de iconos ideado para el Macintosh 128K de Apple aparecido en 1984.
El objetivo de Kare fue maquillar con imágenes las funciones que normalmente se escribían para interactuar con el ordenador. Para esta doctorada en la Universidad de New York de Bellas Artes, tuvo que resultar un reto utilizar sólo el blanco y negro sobre una retícula de 32 por 32 píxeles para esquematizar acciones carentes de ningún referente anterior. Según sus propias palabras: “Los gráficos bitmap son como los mosaicos, los bordados sobre cañamazo u otras expresiones artísticas pseudigitales”. A pesar de ello, sus primeros iconos superaron las limitaciones técnicas y se convirtieron en el referente necesario para establecer unas normas en el diseño de iconos.
Para ello lo primero fue encontrar una metáfora con la que la gente se encontrase familiarizada. Ya se había probado con el escritorio de trabajo “desktop” los laboratorios de Xerox en 1981para su modelo Star y Apple mantuvo esa línea.
Así los iconos de Kare pasarían a representar hojas de papel, archivadores, carpetas y todo un conjunto de objetos que cualquier persona podría tener sobre su escritorio reflejado de una forma arquetípica.
El icono de documento representado por una hoja de papel con la esquina doblada se convertirá en la forma de simbolizar un documento en cualquier sistema o plataforma. También la carpeta para guardar documentos sigue en la actualidad funcionando como base de la metáfora del escritorio.
Sea o no la metáfora del escritorio la más acertada, el que millones de usuarios la hayan aprendido la convierte en un modelo consolidado y reproducido por el resto de sistemas operativos hasta hoy día.
Así pues, no se aprecian grandes cambios conceptuales entre el primer sistema de iconos de Kare y los que luce el actual sistema operativo Mac OS X Snow Leopard, aunque salta a la vista que la evolución tecnológica ha dotado a los nuevos iconos de Apple de un aspecto mucho más espectacular.
Los iconos originales de Kare transmiten el mensaje a la perfección con sólo 32 píxeles monocromo. La evolución en Mac Os X sólo los ha dotado de un aspecto más realista.
Tras esta mirada atrás, queda claro que Apple no sólo supuso el punto de partida del diseño de iconos para interfaces gráficas, si no que hoy por hoy sigue a la cabeza de su desarrollo, siendo la evolución más importante en 25 años los cambios introducidos por el sistema Mac Os X y su interfaz Aqua.
Aunque dicha evolución de convertir el icono en una imagen fotoilustrativa choca frontalmente con las primeras líneas marcadas por Susan Kare, las limitaciones técnicas impuestas hace 25 años no pueden condicionar de por vida el diseño de los iconos destinados a nuevos sistemas. Estos son capaces de reproducir millones de colores con acabados de alta resolución y efectos visuales fluidos y prueba de ello, es que el resto de sistemas operativos seguirán los pasos de Apple.
Dónde no existe tal evolución es en lo que representan estos nuevos iconos, la metáfora del escritorio sigue intacta tras este largo periodo. No se quiere decir aquí que sea infalible, si no que los intentos de cambio suponen un riesgo que ninguna de las grandes marcas quiere afrontar por ahora.
Sí nos aventuramos a pensar en el futuro de los iconos, y podemos decir que están de enhorabuena. Las plataformas móviles y sobre todo las pantallas táctiles están impulsando el sistema de comunicación por iconos, potenciando este lenguaje visual que por otra parte es imprescindible para comunicarnos con las máquinas.